¿El etnocidio de Bojayá?
- Angela María Gómez
- Oct 22, 2017
- 5 min read
La dualidad es la pieza principal de la vida, donde existe negro existirá blanco; gracias a dicha dualidad resulta posible distinguir lo bueno de lo malo, lo alegre de lo triste. Es gracias a esta dualidad, que la historia ha estado plasmada por fortunas y tragedias. Estas tragedias han recibido distintos nombres conforme ha ido avanzando la humanidad, lo que antes se llamaba un asesinato, ahora puede clasificarse como un etnocidio, un genocidio, una masacre, un crimen de guerra, o inclusive un simple crimen pasional; estos nombres se le atribuyen a los sucesos según las características de los mismos, permitiendo así catalogar los acontecimientos de la humanidad de manera más sencilla y clara. Ahora bien, el uso de estos términos siempre ha de ser correcto, puesto a que si se llegase a catalogar un suceso bajo la categoría errónea, dicho suceso y su naturaleza podrían cambiar por completo; este es el caso del etnocidio (¿masacre?) de Bojayá.
En Colombia la dualidad ha residido por décadas en la paz y la guerra, todo bajo el escenario del conflicto armado. En el año 2002, el conflicto armado –caracterizado para la época por el enfrentamiento entre paramilitares y las FARC- adquirió un nuevo capítulo en su historia: el dos de Mayo un cilindro bomba lanzado por las FARC, estalló en la iglesia del municipio de Bojayá (Chocó), acabando con la vida de aproximadamente 119 civiles y destrozando las esperanzas de otros. El abordaje que se le ha dado a este hecho resulta interesante, puesto a que muchos entes del estado lo han denominado como el etnocidio de Bojayá, denominación que considero es completa errónea, debido a que las características del suceso no corresponden al término etnocidio, y a que distorsiona la naturaleza de los hechos.
En 1991, Colombia recibió con brazos abiertos una nueva Constitución Política; con ella se introdujeron múltiples cambios para la vida tanto individual como colectiva de los colombianos. Entre estos cambios, se encontró el reconocimiento del Estado a la diversidad étnica del país, y estableció su obligación de proteger a las diversas etnias para garantizar que su cultura permaneciese intacta y pura. La RAE define la etnia como una “comunidad humana definida por afinidades raciales, lingüísticas, culturales, etc.” (RAE, s.f.) Comprendiendo que la mayoría de la población del Chocó consta de afrodescendientes, resulta fundamental decidir si son o no una etnia. Se considera pues que, aunque aquellos que habitan en el Chocó son marginados por el estado -debido a que el departamento en si está cargado de una historia de abandono estatal-, ésta comunidad ha luchado toda su vida por ser una parte más representativa en la maquinaria del estado; con el fin de precisar es necesario recalcar que la comunidad no cumple con las características necesarios para denominarse una etnia, puesto a que solo comparten aquello que se denomina como raza, gracias al tono de su piel –resulta fundamental que esta anotación no se realiza bajo un fundamento racista con la creencia de la marginación a otros, sino que por el contrario se basa en aquello que la naturaleza ha demostrado-, entonces pues al no tener fuertes vínculos culturales y lingüísticos propios y exclusivos, la probabilidad de denominarse una etnia se desvanece por completo. Si se quisiese hablar de etnias, podría hablarse de las comunidades indígenas colombianas. Estas son comunidades con claras afinidades lingüísticas y culturales, que se remontan a las épocas pre coloniales; clara evidencia de esto es el reconocimiento en la misma Constitución de que los resguardos indígenas son territorio intocable para el Estado Colombiano, debido a que estas comunidades tienen derecho a transmitir y disfrutar de su cultura sin la intervención de fuerzas externas Al comprender entonces, las razones por las cuales los habitantes del Chocó, y más específicamente de Bojayá, no constituyen una etnia; es evidente como la utilización del término etnocidio resulta inadecuado.
Adicional a lo expuesto anteriormente, resulta necesario retomar la definición de etnocidio explicada en las notas de la página anterior, este es un acto por medio del cual se niega un derecho sobre la cultura y la lengua de un etnia; resulta entonces impactante que se denomine a los hechos de Bojayá, donde se violentaron los derechos a la vida –por medio del asesinato- y a la libre circulación –después del 2 de Mayo, la población fue desplazada de Bojayá-, como un etnocidio, puesto a que en la definición del mismo jamás se habla de una destrucción a una comunidad. Así pues si aún se creyese que los habitantes del municipio constituyen una etnia, el término correcto sería el de genocidio, puesto a que en este si se habla de la destrucción de una comunidad, y la destrucción solo puede llevarse a cabo por medio de un asesinato. Sin embargo, y retomando la afirmación sobre como los habitantes de Bojayá no son una etnia, y comprendiendo así que tanto los términos de genocidio y etnocidio son erróneamente aplicados; se considera que los hechos pueden ser exclusivamente catalogados como una masacre, puesto a que cumplen con las características del término.
Con el fin de comprender las razones por las que la naturaleza de los hechos se distorsiona, resulta necesario comprender las razones por las que se perpetró el mismo. El conflicto colombiano jamás ha actuado bajo un escenario caracterizado por asuntos raciales, por el contrario este se ha mantenido en el margen de la lucha ideológico de la insurgencia contra el Estado, donde la inconformidad y el abuso de poder parecen ser los principales motivos de la población para levantarse en armas contra el gobierno. Aunque resulta claro que diversas comunidades se han visto afectadas paralelamente por el conflicto, esta afectación jamás ha sido fundamentada en el deseo de los entes armados de destrozar una comunidad; por el contrario esta afectación se ha basado en la necesidad de control de tierra. Al denominar los hechos de Mayo del 2002, un etnocidio, el conflicto armado colombiano pasa de ser una lucha contra un sistema de gobierno, a una especie de lucha contra la raza y la etnia; los actores armados se transforman en organizaciones de extrema derecha como el Ku Klux Klan (KKK) en Estados Unidos o la Interahamwe en Ruanda; resulta pues evidente que la situación del conflicto armado se distancia de la realidad de dichos grupos. Al utilizar el término etnocidio, no solo cambia la esencia de los hechos en Bojayá, sino que el conflicto armado en su totalidad se transforma por completo y toma un rumbo completamente distinto.
En conclusión la denominación de los hechos de Bojayá como un etnocidio resulta completamente errónea. Esto debido a que no se obedecen las características del mismo y a que la comunidad afectada por la masacre no constituye una etnia. Adicionalmente, al utilizarse este término la naturaleza del conflicto colombiano cambia, y sitúa a la nación en un escenario de diferencias raciales fuertemente marcadas que –en teoría- conllevan a que se cometan crímenes de odio.
Bibliografía:
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