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El Neofanatismo en Colombia

  • Cristian Danilo Zorro Sánchez
  • Aug 9, 2018
  • 6 min read

Seamos honestos, la situación actual de Colombia es preocupante; ya sea por el asesinato casi sistemático de líderes sociales en la periferia del país (Tiempo, 2018), como la crisis de seguridad en las ciudades, o la guerra semi perpetua que tenemos con las drogas y las guerrillas. Colombia no ha sanado su herida, por el contrario, se sigue desangrando . Pero la razón principal de esto sigue siendo la polarización. Realistas e independentistas, Bolivarianos y Santanderistas, federalistas y centralistas, etc... Nuestro carácter, por alguna razón, nos ha llevado a un conflicto interno que parece perdurar por medio de la reencarnación, siempre en busca de un nuevo 'argumento' con el cuál imponernos; un 'neo fanatismo', a decir verdad, muy extraño, puesto que más allá de parecer estar divididos por un arduo y eterno debate, nuestra división parece erradicar en la irracionalidad y el culto a la persona más no a la idea en sí.

El término de 'neo fanatismo' no quiero que se tome a la ligera, pues aunque sea un término inventado, es la forma en la que mejor siento que se puede entender la actual reencarnación de la polarización del país. Por un lado, lo que rodea a Álvaro Uribe no se puede explicar de otra forma. Un amor incondicional de gente a alguien que apenas conocen y de quién saben lleva una gran cantidad de años siendo investigado. Alguien que dejó el poder hace 8 años, y que sin embargo, aún tiene una gran influencia mediática, política y, lastimosamente, religiosa - aunque en esto último llegaré un poco más adelante - ¿Cuál sería la razón lógica para confiar ciegamente en alguien así? Bien lo entendería de alguien como Mandela, o Martin Luther King, mártires de la lucha social, pero no de un presidente de aura tan extraña como Álvaro Uribe.

Con lo anterior quiero decir que el término ‘neo fanatismo’ se establece de tal forma por juntar el apasionamiento desmedido con el fenómeno de ‘atomización’, que es hacer una síntesis de las actitudes e ideales de una persona - como en el caso de Álvaro Uribe - en una postura política e inclusive moral, no por su discurso en sí, sino por quién es la persona como tal. Pero seamos claros en algo, el hecho del fanatismo se da también gracias a la ideología y por tanto, a un discurso. Entonces ¿Cuál es el discurso de Uribe? La paranoia por medio de la tergiversación de conceptos, es decir, sembrando la duda entre las masas sobre algo que vagamente entienden. Por esto quería llegar al punto de la religión, dado que yo como católico, tengo una pequeña bronca personal con Uribe a raíz de lo anteriormente dicho. Me explico. Yo soy activista pro vida así como por la familia natural desde hace mucho tiempo, son temas que realmente me importan y me interesan, por lo que investigué un buen periodo de tiempo al respecto, incluso antes de la marcha del 20 de agosto que se hizo por la familia, con la que Colombia logró ser la pionera de este movimiento en toda América latina.

Pero entonces llegó el plebiscito, el cual debía ser una decisión que partiera del carácter crítico de cada ciudadano, fruto de la lectura de los acuerdos. Cualquiera de las dos posiciones era válida en sí misma, pues del resultado no dependería la paz de Colombia si no las condiciones para una parte de ella. Por mi parte, no leí todos los acuerdos, pero ante todo lo que salía en redes procuré sustentarlo en el acuerdo; algunas cosas se desmentían y otras se rectificaban, como por ejemplo, el apoyo al lobby LGTBI por parte del gobierno, así como grupos "para la protección de la mujer", es decir, grupos feministas, lo cual me dejó una interrogante con respecto al enfoque del acuerdo y a lo que realmente yo apoyaría con mi voto. Como digo, esto era muy claro en el acuerdo, por lo que diferentes medios de difusión procuraron citar adecuadamente esto para que los votantes lo tomaran en cuenta, y llegó Uribe. Nadie, jamás, había hablado de que "los acuerdos promocionarían la homosexualidad" o que " los acuerdos iban a homosexualizar al país" antes de que Uribe llegara a meter la mano; ni Angela Hernández ni Oswaldo Ortiz - líderes sociales a quienes seguía para mantenerme informado al respecto - habían utilizado tales términos. Uribe llegó a dañar absolutamente todo.

La ideología de género no es algo nuevo, se remonta a hace muchos años atrás. Se podría considerar a Simón de Bouvoir como su fundadora, así como del feminismo de segunda ola. Se funda, así como todas las ideologías, en un postulado; en este caso, el postulado de la ideología de género es que el sexo, en primer lugar no es sexo sino género, y que este a su vez, es un construcción social. En otras palabras, la ideología de género es el desarraigo biológico de la sexualidad a la cultura. Esto, gracias a su naturaleza ideológica, nos deja sin hechos concretos fundamentales como siempre lo fue la sexualidad y en un nivel mayor, la familia. Por tanto, es lógico el planteamiento de una postura contraria a la ideología de género inclusive sin necesidad de la religión, pues busca mantener los fundamentos de la sociedad, por lo menos de la occidental, intactos. Pues bien, Uribe nunca investigó esto. Como mencioné con anterioridad, la táctica de este político consiste en tergiversar mensajes para sembrar la duda y el pánico en las masas, y gracias al mismo 'neo fanatismo', siempre lo logra, sin importar lo ridículo del discurso que él plantee. Ejemplo: "Castro- chavismo": Tergiversación del 'Socialismo del siglo XXI' Esto fue lo que sucedió con la ideología de género. La utilizó como instrumento político para lograr que ganara en 'no' y gracias a esto el país entero ahora considera el término de 'ideología de género' como si fuera algo inventado por Uribe. Esta es mi bronca con él, pues dañó mi investigación y el trabajo de muchos por su egoísmo y ansias de poder. Dando un giro al artículo, no me gustaría recargar todo el término del 'neo fanatismo' en Uribe, pues su fenómeno perneó a toda la política colombiana.

No podría sentir yo menos rechazo de eufemismos como 'Petrismo', 'Fajardismo' o 'Uribismo' , puesto que esto lo único que puede hacer es reflejar que nuestro activismo político depende de una persona y no de ideales o valores concretos que seguir, lo que es peor, nos aferramos al juicio y la voluntad de una persona de forma intencionalmente ciega, haciendo que la historia se repita, pero de la peor manera posible. Cabe aclarar que nuestra postura sí puede basarse en un criterio real, que logre mantener al individuo y a sus ideas como un discurso y su intérprete, pero la línea en ese caso puede llegar a ser muy delgada, pues podemos llegar a idealizar a una persona y crear un altar alrededor de ella. Un ejemplo de lo anterior es Gustavo Petro puesto que este se muestra como una alternativa de la izquierda cuando su campaña al igual que sus propuestas se pueden igualar con las de Lula Da Silva y Hugo Chávez (PragerU, 2017). Por tanto, el 'Petrismo' ha llegado a ser casi un culto para una gran cantidad de colombianos que han idealizado su persona con quién consideran representa un cambio positivo por el mero hecho de ser un cambio. Lo mismo con el 'Fajardismo' y el 'Uribismo' ¿Acaso un progresista actual sabe lo que defiende? ¿Sabe que defiende algo? Las posiciones políticas en Colombia no se basan en ideales, sino en tergiversaciones de estos. Aún el más comunista debería conocer los 90 millones de muertos que ha dejado su ideología (El libro negro del comunismo, 2018) así como el más capitalista y de derecha sabe que las nuevas formas de esclavitud se han dado gracias al capitalismo salvaje.

Colombia debe despertar, debe frenar la reencarnación de sus maldiciones; pero no lo logrará por un candidato o un sistema a político. Colombia saldrá del abismo cuando el ciudadano promedio logre establecer su propio criterio y luche por lo que es correcto porque en verdad cree que es así, no por que dejó que la duda y la paranoia lo invadieran. Solo así se acabará el 'neo fanatismo' al cual nos sometimos de forma voluntaria.

 
 
 

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