Papel del arte urbano en la construcción de una sociedad democrática.
- María Paula Herrera
- Nov 7, 2017
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Desde que Colombia se constituyó formalmente como una democracia participativa tras la ratificación de la constitución de 1991, no han dejado de surgir leyes que atiendan el propósito principal de la nación. En 1994 tan solo 3 años después de haberse constituido Colombia como una democracia participativa, surgió la ley estatutaria de los mecanismos de participación del pueblo y llegaron a Colombia todo tipo de mecanismos legislativos para lograr la participación ciudadana: en 1997 surgió la ley de la juventud cuya finalidad es no solo la formación integral de los jóvenes, sino la promoción y vinculación activa en la ciudadanía de los mismos. En 1998 surgió la política de paz, que se define como: “ política de Estado, permanente y participativa”, cuya estructuración propone ser colaborativa, coordinada y armónica en todos los órganos del Estado y cuyo resultado debe ser la trascendencia de las formas de organización, acción y expresión de la sociedad civil que demuestran la complejidad nacional. Esta legislatura democrática prometía desde un comienzo velar por la vinculación ciudadana en la toma de decisiones políticas, el diseño de los mecanismos de participación y la formación de ciudadanos con herramientas para emitir críticas constructivas que permitieran el desarrollo social del país. Sin embargo el abandono de las poblaciones marginales, la pobre formación crítica que les ha brindado el estado y la supresión de sus denuncias frente a las diversas problemáticas que afrontan, son una muestra de que la democracia colombiana se quedó en lo legislativo y lo diplomático.
Apoyar el diseño de nuevos mecanismos que permitan la formación crítica del ciudadano es también deber de una democracia participativa. La participación ciudadana no es exclusivamente la posibilidad de ejercer el derecho al voto, es también tener la oportunidad de ser diseñador y ejecutor de planes de desarrollo, integración y participación social, cuando se tienen las herramientas para dar solución a problemas sociales, económicos y políticos.
La mayor muestra de que un gobierno es verdaderamente democrático, es cuando se muestra involucrado en la formación de sus ciudadanos como seres críticos, reconoce como un buen resultado la destreza con la que los mismos generan en otros cuestionamiento sobre una problemática social, y entienden que este es el mejor mecanismo para generar resoluciones innovadoras a las problemáticas.
Uno de los mecanismos para generar cuestionamiento social y que ha sido uno de los más criticados desde siempre es el arte urbano, sobre el que muchos gobernantes en Colombia argumentan es un acto de vandalismo y no una muestra de arte y responsabilidad crítica; sin embargo otros colombianos se cuestionan si la represión de este tipo de arte se debe al miedo de la fuerza de las clases marginales.
La Doctora en Bellas Artes, Arte terapeuta, Licenciada en Bellas Artes, Licenciada en Pedagogía y Educadora Social, Ascensión Moreno González, defiende que no hay motivo para silenciar las voces de los residentes de los barrios marginales y escribe como parte de su trabajo de docencia de la Universidad de Barcelona, Facultad de Bellas artes el texto “La Cultura como Agente de Cambio Social en el Desarrollo Comunitario”, por el cual describe los alcances del proyecto DCC- Desarrollo Cultural Comunitario- en los barrios marginales de España y su desarrollo en Europa desde el término de la segunda guerra mundial.
Desde hace mucho tiempo se vienen presentando en la mayoría de ciudades en el mundo los llamados “cinturones de miseria” , “barrios estrato 0” u hordas poblacionales entre otros nombres otorgados de manera discriminatoria a los lugares donde se concentran aquellas personas en estado de vulnerabilidad social. En Europa por ejemplo, estos espacios dentro de la ciudad, se comenzaron a presentar al término de la segunda guerra mundial, cuando Europa se vio sumergida en una nueva generación de desigualdad y diversidad étnica.
Estos lugares pronto comenzaron a ser, no solo espacios donde había mísera pobreza sino donde comenzaban a surgir nuevas culturas, como el Hip-Hop y el RAP entre otras. Este fenómeno cultural que se presenta en Europa y en otras partes del mundo en época susodicha, se puede entender como la necesidad de crear una identidad dentro de un lugar donde hay diferencias étnicas abismales. La autora del texto “La Cultura como Agente de Cambio Social en el Desarrollo Comunitario” defiende la creación del tejido social por medio del arte, argumentando que este permite la creación de de lazos afectivos al ver al otro como un igual y no como una competencia y así conduciendo a la disminución de los índices de violencia, el fortalecimiento de la capacidad de trabajo en equipo, el sentido de pertenencia a un lugar y por ende una mayor voluntad por el cuidado de uno mismo y del otro. Sabemos que el sentido de identidad y pertenencia es fundamental para el desarrollo de la personalidad de los miembros de una comunidad que al saber quiénes son y qué quieren, logran el avance colectivo.
Aunque los trabajadores sociales del gobierno son importantes para combatir el abandono estatal, sin duda estos poseen un conocimiento superficial de la problemática dada la mirada mediatizada que tienen tanto por sus conocimientos técnicos como por el encargo de las instituciones con las que trabajan. Nadie más que la población que habita los barrios marginales conoce con profundidad las problemáticas de su entorno y puede proponer soluciones conociendo las dinámicas sociales y políticas, que sabemos que en su contexto social son diferentes.
El convertir a los miembros de un barrio en los protagonistas de los programas cuyo objetivo es mejorar las condiciones de vida de su medio, es primordial. Una buena forma de asegurar una gran recepción de los mensajes de cambio es la creación de arte urbano, pues este ha demostrado tener gran capacidad de exponer las problemáticas personales y colectivas sin censura. “El primer paso para la superación de las dificultades tanto personales como colectivas, es el reconocimiento de las mismas […] El desarrollo no puede llevarse a cabo desde el silenciamiento de las problemáticas sociales; darles un lugar visible constituye el primer escalón para la transformación” ( Arte, Individuo y Sociedad Pag 99.)
La participación ciudadana no se debe limitar al ámbito legislativo y diplomático, un deber de un estado democrático de participación es planear y ejecutar mejores y cada vez más inclusivos mecanismos de cooperación. Una forma innovadora de promover la participación ciudadana que responda a las problemáticas sociales es la promoción del arte urbano, por cuanto son los individuos que conocen y cuestionan su vivencia quienes se pueden convertir en los mejores agentes de su propio cambio.
Bibliografía
Moreno González, A. (2013). La Cultura como Agente de Cambio Social en el Desarrollo Comunitario. Arte, Individuo Y Sociedad, 1-110. doi:10.5209/rev_ARIS.2013.v25.n1.41166
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LEY 434 DE 1998 (1998). Bogotá D.C.
Ley 375 de Julio 4 de 1997 (1997). Bogotá D.C.
Bustamante Peña, G. (2011). ¿Qué pasó con la democracia participativa en Colombia?. Semana. Retrieved from http://www.semana.com/nacion/articulo/que-paso-democracia-participativa-colombia/238906-3
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