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Memorias ilusorias y realidades controladas.

  • Daniel Sanchez
  • Nov 10, 2017
  • 6 min read

La memoria es un atributo que fue concedido a los humanos y que ha sido, tal vez, la razón por la cual nos diferenciamos del resto de las especies animales. Gracias a la memoria podemos almacenar la experiencia, que inherentemente se transforma en los conocimientos, que a su vez, terminan en las ciencias; podemos almacenar información estructurada al comportamiento y habilidades adquiridas, tales como caminar, saludar, o construir una bomba nuclear. Entre tantas concepciones y usos de la memoria, ciertamente hay que hacer unas distinciones del concepto, ya que esta palabra abarca un mar de implicaciones y su reducimiento no logra rozar ni la superficie. En este sentido, mi propósito es abarcar a la memoria desde la acción sistemática, tanto individual como colectiva, de recordar. Posteriormente, bajo este argumento identificaremos los usos de la memoria, principalmente como elemento constitutivo del ser humano, y resaltaremos las fallas y peligros que implican.

Tzvetan Todorov en su texto la memoria amenazada abarca a cabalidad la instrumentalización de la memoria, atribuyéndole mucha importancia ya que la memoria es un elemento constitutivo del ser humano, y desde que el ser humano merece respeto, también lo merece su memoria. En este sentido, el propósito del texto es resaltar a la memoria como un objeto de reminiscencia inherente a los individuos y la sociedad, y evaluar su buen uso bajo un sentido utilitario, moral y de justicia. Así, Todorov a través de ejemplos evalúa las implicaciones que conlleva ciertos usos de la memoria, ya sea su rechazo o su sobreuso. Uno de los puntos importantes de Todorov es que concibe a la memoria como selectiva, es decir, está en una constante interacción con el inevitable olvido y a través de ella no se puede hacer una reconstrucción fiable del pasado. Bajo el anterior argumento planteo mi tesis de que la memoria y su inherente discriminación, sea voluntaria o no, implica una maleabilidad que nos puede permitir cuestionar su veracidad, objetividad y fiabilidad, demostrando así a la acción de recordar como una simple ilusión.

Para comenzar, hay que preguntarnos ¿Por qué la memoria se ve revestida de tanto prestigio? La anterior pregunta ya la había planteado Todorov y para responderla el contextualiza los casos que nos pueden dar una percepción del porqué: Los regímenes totalitarios tienen como propósito la supresión de la memoria para abrirse camino e imponerse en todo sentido estableciendo una nueva historia, fuente de tradiciones y valores, a la manera que se le antoje al opresor. Hay que tener muy claro que la memoria, tanto colectiva como individual, no solo es el reflejo de las vivencias y experiencias de los seres humanos. La memoria es, sobretodo, un elemento constitutivo de la identidad humana. Al destruir la memoria, la identidad humana se borra de la existencia en su máximo esplendor, pues los humanos mueren, mientras que los elementos constitutivos de su memoria hubieran permanecido para la posteridad. Es por esto que nada ni nadie debe impedir la reminiscencia de la memoria, en este sentido recordar es, más que un derecho, un deber para los individuos.

Ahora bien, teniendo presente la importancia de la memoria para la identidad de los individuos, debemos establecer como se manifiesta. La identidad es algo que, guste o no, busca la mayoría de los seres humanos y los moldea tajantemente determinando sus comportamientos, creencias y demás. Es claro porqué el objetivo de los tiranos es reconstruir su propia memoria e imponerla. Si yo me identifico con una identidad, que es a su vez regida por una supuesta memoria, fuente de tradiciones y valores, que no me es propia, me estoy subordinando completamente, estoy perdiendo mi potencial como individuo.

Lo anterior hace alusión al plano colectivo de la memoria y no es para nada un ejemplo aislado. La historia de la humanidad es la lucha por la memoria: los deseos de quedar para la posteridad y vencer en un ámbito a la existencia y a la mortalidad son propios de cada individuo. Sin embargo, la historia de la humanidad también ha sido la eliminación sistemática de la memoria y la construcción de una nueva. Lo podemos evidenciar, irónicamente, en hechos históricos desde nuestros orígenes hasta la actualidad, que por su cantidad, son incontables los casos en los que los vestigios del pasado fueron totalmente eliminados sin dejar rastro alguno.

George Orwell, en su libro 1984, ilustra de manera literaria como la supresión de la memoria y la reconstrucción de una nueva puede alterar al individuo completamente, exponiendo la dura realidad de nuestra blanda maleabilidad. Nuestro protagonista, Winston Smith, vive en un mundo donde la coerción impera y las reglas mantienen a raya cada mínimo detalle de la vida humana. Tanto es así que los ciudadanos pierden su propia humanidad e identidad. Una de sus prohibiciones es recordar. No obstante, nuestro héroe tiene la constante inquietud de que algo no va bien, desenvolviendo en un comportamiento divergente y que al ser descubierto es castigado contundentemente. A través del castigo logran reconfigurar las memorias de Winston Smith, y por ende, su completa identidad. Ahora Winston Smith ama al gran hermano. Lo anterior es un ejemplo literario no muy alejado de la realidad, es una brillante analogía que expone a la maleabilidad del ser humano en su máximo esplendor.

La intención de los anteriores ejemplos es cuestionar la objetividad, veracidad, y pureza de nuestra memoria e identidad actual. Pero nuestro problema no termina con la sociedad. Resulta que nuestra memoria individual no es del todo confiable. José María Vargas, en su libro psicología de la memoria en el capítulo 15 “el origen de los recuerdos”, plantea un proceso de control de la realidad que proviene del individuo mismo.

Los procesos de control de la realidad (reality monitoring) están presentes en una discriminación de dos tipos de recuerdos: el externo- que proviene de hechos reales percibidos- y el interno – que proviene de nuestra imaginación. Vargas plantea que con el tiempo nuestros recuerdos pierden su pureza en el sentido de que no son ni puramente externos, ni puramente internos. La combinación de ambos tipos de recuerdos introduce detalles falsos que son provenientes de las fantasías y repercuten en el acto de recordar algo real. Si esto es cierto no podemos acudir a nuestra propia memoria en búsqueda de un hecho real y esperar datos precisos y/u objetivos. Una experiencia que casi todo el mundo ha vivido es confundir lo que se ha hecho con lo que simplemente había pensado hacer, por ejemplo, desconectar la plancha o haberle dado de comer al niño.

La hipótesis anterior se argumenta en base a unos estudios desarrollados por Elizabeth Loftus, una psicóloga norteamericana. La dinámica de estos estudios consistía en hacer un cuestionario a los testigos de un acontecimiento. En este cuestionario se hacían preguntas sugestivas, y por ende, engañosas, haciendo que los testigos dijeran haber visto algo que, de hecho, no existía. Para dar un ejemplo de la anterior dinámica, imaginemos que una persona vio un accidente automovilístico en donde no había una señal de tránsito. Seguido, en el cuestionario, se les pregunta “¿a qué velocidad iba el coche cuando se saltó el ceda el paso?”. Posteriormente, los testigos afirman que vieron una señal de ceda el paso que en realidad no existía.

Esta subversión de la realidad y la imaginación dejan al ser humano completamente expuesto a las influencias tanto interiores como exteriores. Es una clara debilidad en donde la sugestión juega un papel, a simple vista inofensivo, en la percepción de la realidad de los individuos. Pero tomemos un momento para apreciar el largo alcance que esto tiene. Podría concluir en la manipulación entera y sistemática de la realidad y memoria (por ende identidad) de los individuos.

Sintetizando ambos casos –colectivo e individual- podemos apreciar cómo la memoria de ninguna forma puede ser algo objetivo y cien por ciento fiable. Es un arma de doble filo que efectivamente puede ser usada por las manos equivocadas y generar la manipulación sistemática de una población entera de individuos, que engañados por su memoria e identidad, tienen una percepción que si no es falsa, es muy limitada, de la realidad. A su vez es una ilusión de un momento que no existe más, al cual, por más que un individuo lo desee, jamás podrá tener acceso.

A todas estas ¿a qué se debe el prestigio de la memoria? ¿Será el indetenible, perjudicial, y aterrorizante paso del tiempo lo que conlleva a la gente a aferrarse a esta ilusión inexistente? Claramente la inconformidad con el presente y el vacío de un pasado inexistente, situaciones típicas del género humano, pueden tornar la vida melancólica y triste, pero no hay nada que se pueda hacer al respecto. El instante, este segundo en el que estás leyendo estas palabras, es lo único que se tiene. Palabra tras palabra. Instante tras instante. Cada cosa marcha a su paso y el instante no volverá jamás.

Bibliografía

Orwell, G. (s.f.). 1984.

Todorov, T. (1995). La memoria amenazada.

Vargas, J. M. (1991). Psicologia de la memoria. Madrid.

 
 
 

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