Miedo en la Modernidad: Racionalización del Futuro
- Julián David Moreno
- Nov 12, 2017
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Bien es cierto que todo proceso de modernización siempre busca que el individuo se sienta más seguro y cómodo dentro de un determinado grupo social, lógicamente, para esto, busca erradicar del seno social el miedo. Pero es importante realizar una distinción sobre el miedo, ya que la palabra está llena de prenociones en sí misma; por tal razón distinguiremos dos tipos: el miedo fisiológico natural, y el que nos importa en este caso, el miedo social o manufacturado. Éste último refiere al miedo que nace dentro del grupo social y se nutre, luego, de ahí mismo, ya que reside en la misma conciencia colectiva. Si bien es fruto de la modernidad la búsqueda de la eliminación del miedo en las personas, ¿acaso por qué hay hoy en día conceptos que refieren a una globalización del miedo?
El estado moderno, creado por el pensamiento occidental-racional, produjo esta concepción del “Estado del Bienestar”, en el cual se piensa al orden político como la institución por excelencia para realizar la distribución y facilitar el desarrollo de las sociedades; mirando bien a fondo estas funciones podemos ver que ahora los grupos humanos tenían un arreglo a fines con una mirada hacia el futuro. Es decir, la configuración del orden social tenía como fin último el tener previsto los riesgos, para así, poder estar mejor preparados para las eventualidades que ocurriesen; todo esto, claro está, posee lógica dentro de la visión moderna que debe evitar, a todo lugar, las cosas que no pueda controlar. El miedo más grande reside allí donde el hombre no alcanza a conocer o prever la magnitud de lo que le espera, por ende, la incertidumbre es la angustia del tiempo actual: la racionalización.
Aquí surge este concepto, pues, de la Sociedad de Riesgo. Ya que el proceso de globalización, por el contrario, ha aumentado los factores de peligro en tanto que los medios tecnológicos han determinado radicalmente una reducción en el tiempo de consumación de los hechos. Estos hechos pueden ser de dos naturalezas: unos residen en el lenguaje de los riegos cuantificables, mientras que los segundos abarcan la inseguridad que no es cuantificable. Los segundos son aquellos que más atemorizan este tipo de sociedades racionalizadoras del miedo, ya que poseen la característica intrínseca de la incertidumbre. Pero es también menester determinar, inicialmente, que no es lo mismo la globalización del miedo, que la globalización del riesgo. Razón por la cual el lenguaje puede llegar a traicionar la búsqueda de esta tarea. El riesgo, a saber, es producto de la modernidad. Ya que como hemos identificado anteriormente, éste racionaliza para poder prever. Ahora bien, el miedo es incluso anterior a la sociedad moderna, puesto que es evidente que hace parte, naturalmente, de la constitución del individuo, y por lo tanto, de lo social.
Sin embargo, esas estructuras sociales que enmarcan al individuo poseen la facultad de potenciar o reducir el impacto que generan los hechos traumáticos en él. Aquí, en la modernidad, este despliegue irreductible y veloz del poder mediático ha permitido que la información amplíe notoriamente su zona de impacto. Ahora “la elaboración cultural del miedo ya no tiene lugar sólo a nivel local sino también a nivel global” (Ordóñez, 2006. Pág. 97), puesto que, aunque el hecho pertenezca a un lugar específico, configura un miedo generalizado que va haciendo meollo dentro de otro grupo humano que cree que puede sucederlo eso mismo, análogamente. Por tal razón “[…] los medios no solamente informan acerca del mundo sino que actúan sobre él” (Ordóñez, 2006. Pág. 98), evidenciando, pues, el carácter transnacional del impacto tecnológico de los medios informativos, que, a todas luces, son producto de la modernidad racionalista.
Vemos aquí, entonces, el porqué de la globalización del miedo, aunque sea en una primera instancia. Ahora, cabe decir que si hablamos de lo global, es porque ocurre un proceso característico de la modernidad: la deslocalización del hecho particular. Al no suceder las cosas sólo en un tiempo ni en un lugar único, ese carácter intangible que queda de dicha situación se abstrae y se generaliza, configurando así una situación de riesgo en un hecho ubicuo. “Esta desterritoralización del acontecimiento por obra de los medios introduce un elemento de abstracción e inaprehensibilidad en la percepción del miedo” (Ordóñez, 2006. Pág. 99), lo que permite que el miedo, lógicamente, se globalice.
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