Entre el comercio y el arte

El cine en crisis de identidad

(Lumiere.A,1860)

Hoy en día la separación entre industria y arte es nula o por lo menos casi inexistente. Ignorar la inalienable relación entre un aspecto y otro es negar la historia del mismo medio artístico. Aun así, la industria no describe al cine en su esencia inicial, que, aunque incierta, principalmente en el potencial que este tenía un inicio, luego el mismo sería descubierto y 'explotado' por creadores, inventores y finalmente, empresarios. El problema radica en la influencia inescrupulosa que un factor empezó a ejercer sobre otro. El cine como conjunto de diferentes disciplinas (escritura, arte visual y musical) requiere de la agudeza de un creador, así como de alguien que pueda transmitir tal trabajo en una forma entendible, atractiva y que le proporcione al creador reconocimiento y una forma sustentable de vida. Sin embargo, el segundo factor, es decir el comercial, está tendiendo en convertir a esta convergencia en un producto de bajo porcentaje de factor creativo. Por tal razón, el cine contemporáneo vive una crisis artística y creativa, dado que el método artístico se ha moldeado entorno a un concepto simplista y que trabaja en pro del mercado.

El arte define el desarrollo cultural de un pueblo. Antes de la corriente pos moderna, los ideales del arte se reflejaban en diferentes ramas que buscaban diferenciarse una de otra, pero que aún así, entre ellas concordaban con la idea de que el arte era una expresión de ideas y sentidos coherente con su técnica e intención. Por ejemplo, en el renacimiento los ideales culturales eran reflejados en el arte. La perfección y el progreso del hombre en los campos de la ciencia y la razón, convergían para que la expresión en el arte partiera o datara de aquellos ideales en una forma coherente. El caso más claro es el de Da Vinci y su pintura de La Gioconda (Mona Lisa), donde la técnica exacta ejercida por el científico y su intención de expresión del ideal lograron convertirse en lo que se denominó como una obra maestra, puesta de igual forma en importancia con obras como la del pintor Miguel Ángel. Él también llegaría a expresar sus ideales de perfección, pero la diferencia con Da Vinci era el sentido moral. El ideal era la imagen y semejanza de Dios, no el antropocentrismo que ofrecía la apenas gestante ilustración, donde el ideal era el hombre en su plenitud y donde se proponía el desarrollo de la sociedad en forma armónica con el hombre, como lo expresaba el compositor y filósofo Richard Wagner, que influenciado por la filosofía 'Nietzscheniana' aseguraba ese ideal para la edad moderna. Esta fue la mejor muestra de coherencia que el arte tenía respecto a la relación con la sociedad, de una forma en la que la cultura podía ser igual de coherente y de igual manera, congruente. Cuando la sociedad sentía su unión social mediante una cultura, la cual expresaba honestamente la ética, la moral y los ideales de esa sociedad en contexto, el arte podía llamarse verdaderamente arte, pues aunque métodos como la censura claramente existían y todas las ideas no se propagaban en su totalidad, la expresión de humanidad existía, la verdadera identidad del hombre.

La creación de nuevas formas de arte y, por lo tanto, de formas de influencia en la sociedad dada la nueva conexión entre comercio y estado, cambiaron todo el panorama anteriormente visto.

Como se pudo ver, la verdadera armonía entre el progreso y el hombre habían fracasado estrepitosamente. La revolución industrial, el nacimiento de potencias mundiales y de hombres con poder económico suficiente para determinar a una población entera, mostraban al hombre el reto que había asumido desde un inicio: Elegir entre "progreso" y moral. El hombre elegiría la primera. Ahora todo empezaría a ser un producto, y como consecuencia comercio. El sentido mismo por el cual cada cosa existía en primer lugar, ahora era ambiguo, pues tenía un valor monetario. El cine como arte nacería con el mismo propósito que el de cualquier forma de expresión artística. El invento de los hermanos Lumiere que permitía proyectar imágenes en movimiento mediante la reflexión de la luz suponía una experiencia única de expresar y retratar la realidad. "el impacto que debió producir la imagen del monstruo ferroviario llegando a la estación de La Ciotat a los ojos de un público cinematográficamente virginal hubo de ser considerable." Crítica de película: Tren llegando a la estación de Ciotat, primera película de la historia. Al principio como mero espectáculo, luego se convertiría gracias al cine de Meliés y de Chaplin en la forma definitiva de contarle al mundo historias fantásticas como El viaje a la luna (Meliès, 1902) o de hacer sátiras y críticas a la vida real como El gran dictador ( Charlie Chaplin, 1940) o Tiempos modernos ( Charlie Chaplin, 1936). Aún así, rápidamente se convertiría en industria. Los hombres y mujeres que interpretaban un protagónico harían una metamorfosis para ser iconos reconocibles en la pantalla. Referentes del pueblo. Inclusive, hombres como Adolf Hitler moldearían su imagen en forma similar para generar empatía con su propia gente. Su característico bigote hurtado de Charlie Chaplin. De esta manera y con el nacimiento de la nueva propaganda política, el cine ya empezaba a actuar frente a intereses supra-artísticos.

Este fenómeno se debe primeramente a la historia de la hegemonía comercial judía previa al holocausto, razón de la furia de Hitler así como de su nacionalismo. Aún así, después del final de la guerra en 1945, los migrantes judíos, denominados como los esquenazis traerían consigo a occidente sus influencias monetarias y posteriormente morales. Como ya se mencionó, el origen de casi la totalidad de grandes compañías de la industria del cine y la televisión se darían bajo el mando judío. Aunque los ideales empresariales no reflejaban más que una puerta abierta a la mayoría de creadores con ideas originales en pro de la innovación, la industria cinematográfica empezó a signifcar una élite. Directores, actores y productores como parte no de una comunidad si no de una cerrada "fraternidad" tal y como pasó con el conocido director Mel Gibson, quien

abiertamente católico fue tachado de racista y anti semita, siendo casi expulsado del medio, aunque vería su regreso en 2016 con la película "Silence". De igual forma, la influencia de la élite esquenazi moral y cultural se ha observado por ejemplo en las declaraciones de un líder de otro medio casi cien por ciento judío. La pornografía. En sus declaraciones a una entrevista abierta al público, inclusive subida a la plataforma YouTube, Reuben Sturman explicó que „La implicación de los Judíos en el porno […], es el resultado de un odio atávico a la autoridad cristiana: están intentando debilitar la cultura dominante en EEUU mediante la subversión moral.” , así mismo dio a entender que la misma revolución sexual de los 60 tuvo en sus frentes a público judío.

Las repercusiones por la lucha descrita por Sturman, de igual forma se expresan en el cine con uno de los factores más importantes de las películas más taquilleras de la actualidad (Blockbusters) que es el morbo. Violencia en exceso, sexo banalizado entre otras variantes del espectáculo que incluso para los más liberales, sobrepasa el límite de lo que se debe mostrar y promover en pantalla. Contrariar los "estrictos valores cristianos" parece una buena excusa, pero incluso dejando de lado el sentido ético y moral de la industria, el morbo vuelve tan simplista y básico el arte que lo mata y reduce su porcentaje casi a cero.

Aunque como ya se mencionó, el buen cine reúne el equilibrio entre industria y arte, el factor al que la filosofía comercial está recurriendo actualmente es el morbo y el simplismo. Esto no solo en películas clasificación "R" o "C" en Latinoamérica, que podrán hacer uso de estos recursos para una narración más madura. En cambio, el morbo de las películas comerciales contemporáneas se basa en propuestas visualmente sorprendentes, tal como la saga de 'Transformers', que se hizo famosa no por algún tipo de calidad argumental, si no que abusó de emplear modelos jóvenes, bromas sexuales y efectos visuales para vender cada película como algo "valioso". Ese género cinematográfico, conocido como blockbuster, se apoderaría del reconocimiento general de la industria desde sus inicios hace 40 años y giraría la balanza del a industria a un lado.

En 1975, de la mano de Universal Studios y la dirección de Steven Spilberg es estrenada la película "Jaws" o como es conocida en hispanoamérica, "tiburón". Una historia simple de suspenso, pero que pondría a Spilberg en el mapa de forma definitiva y que además revolucionaría a la industria cinematográfica, generando más de 400 millones de dólares en taquilla con apenas 9 millones de presupuesto, pero que gracias a su campaña de marketing y difusión popular logró establecerse como la película más importante del año, a pesar de contar con un argumento de guión simplista y que apelaba por resaltar la importancia de sus efectos visuales de la misma forma que la influencia y fama de sus actores protagónicos. Este sería el nacimiento del nuevo género cinematográfico blockbuster, llamado así por su traducción literal al inglés «que hace explotar el barril», lo cual se refiere al éxito generalizado de estas películas.

A pesar que en primera instancia el género blockbuster permitiría la producción de clásicos de Hollywood como 'E.T El extraterrestre' y en un futuro 'Jurassic park', la industria ya había dado un vuelco hacia lo que les significaría a cada productora un alto índice de ingresos, es decir, algo más útil que bueno. Películas que por si mismas serían otra industria; casos tales como el de 'Star Wars' o 'Indiana Jones'. Aunque la calidad del contenido de estas en parte fue bueno y aceptado por la crítica, el enfoque de cada producción era la inversión en nuevas tecnologías para los efectos en pantalla en igual forma que la inversión publicitaria y de marketing. Como parte fundamental de su éxito, estos factores serían tomados en cuenta cada vez más en una forma paulatina, yendo a la par con su desarrollo práctico, volviendo al cine en una experiencia nueva, más simple, pero espectacular; eje lo de ello, el cine 3D o la tecnología IMAX.

Aparte del desarrollo tecnológico, las películas blockbuster gracias a su simpleza argumental se convirtieron en un género más ameno para el público joven, que, desde los sesenta buscaba ocio fuera de casa y que encontraría un entretenimiento simple, fácil que no requeriría un conocimiento previo o un sentido apreciativo de la obra. La “menor distancia cultural” (Cucco, 2009, p á g. 217) fue lo que trajo a un nuevo público al cine, que incluso se volvería conocedor del mismo género que los llevó a ver cine, en lo que hoy se ve en la cultura popular.

El factor creativo es uno de los que también dio ciento ochenta grados. El personal o factor humano del cine, aunque podría parecer que perdió su importancia y por lo tanto, su inversión, es parte fundamental del proceso de una blockbuster. El cambio por lo tanto radicó nuevamente en su enfoque, de ideas creativas, atrayentes y vanguardistas, a un algo meramente atrayente para el público en general. En otras palabras, el proceso creativo pasó a ser un método más de marketing. Aunque esto parecería estar presente antes de la creación del blockbuster, cabe resaltar que cada película era un conjunto coherente entre lo que el creador quería exponer y como esa idea iba a interactuar con el público pudiendo ser apta para ser vendida.

Hoy en día el fenómeno es más que evidente en todo el medio audiovisual. Netflix, el servicio de streaming más exitoso del mundo gracias a un proceso creativo simplista logró crear una rama de la industria televisiva inclusive más efectiva que la misma televisión. Cualquiera que tuviera internet y pagará la suscripción tiene el contenido que quiera disponible. La brecha cultural más corta gracias a un contenido para todos. Tal como sucede con las novelas juveniles, las historias simples y adictivas hacen rentable el comercio cíclico de la simpleza creativa.

Aunque la predominancia del comercio no significa la muerte del cine creativo, las corrientes culturales modernas, que justamente fueron influenciadas por la cultura popular, es decir, en gran parte por los 'blockbusters', están en medio de una decisión fundamental para conocer el futuro del medio, puesto que si este decide seguir al camino facilista y morboso que una gran cantidad de cintas parecen tener como característica, el cine puede terminar de perder su identidad y la creatividad que le dio vida puede morir en forma definitiva.

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